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Virginia López. "Raíces, enjambres, redes y eremitorios"
texto para el catálogo de la 32 edición de la Muestra de Artes Plásticas del Principado de Asturias" MAPPA32, Oviedo. 2022.
available catalogue on PDF (english, spanish and french)
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RAÍCES, ENJAMBRES, REDES Y EREMITORIOS
Virginia López
Raíces. En la historia vegetal las raíces son algo relativamente moderno. Durante millones de años las plantas vivieron tranquilamente sin ellas. Aun así, es cierto que a través del aparato radical las plantas reciben la mayor parte de la información, sobre ellas mismas y sobre el ambiente en el que están inmersas; las raíces les permiten relacionarse con los individuos limítrofes y así pueden gestionar colectivamente los peligros de la vida. Continúa Emanuele Coccia¹ diciéndonos que las raíces hacen del suelo oscuro un espacio de comunión espiritual; gracias a ellas, la parte más sólida de la tierra se transforma en un inmenso cerebro planetario, una red de intercambio de identidades, información, materiales. Todo esto parece tener un aroma viejo, ese que hace que tradicionalmente se tomen las raíces como metáfora de lo que es profundo, estable, originario, ancestral y necesario. Pues no va por ahí, porque desde la botánica y la filosofía nos avisan que las raíces, desde un punto de vista evolutivo, no han sido las responsables del origen del mundo vegetal, no han sido indispensables o, mejor, son tan necesarias como el resto de los elementos que dan forma y vida a cada organismo. Las raíces son ambiguas, híbridas, y lo que mejor se les da es hacer redes, networking, no están ahí para aislarnos y separarnos, o llevarnos de nuevo a la oscuridad del subsuelo. En el sistema planta todo está conectado, es cambiante e intercambio. La raíz es solo la mitad gemela de un cuerpo, sirve a equilibrar con su movimiento hacia la tierra, la otra fuerza que es la esencia misma de la vida: el heliocentrismo, la fuerza ascendente hacia los astros, la luz y el universo. Las raíces se entienden dentro de un universo del que somos parte, donde todo es cielo porque la tierra es una agregación de materia de naturaleza astral, donde todo es movimiento, inmersión y mezcolanza en un continuo intercambio. Las raíces forman parte de la contingencia, la mezcla, la desviación, el imprevisto, la variedad. Las identidades se van creando constantemente, son móviles, abiertas, múltiples y las semillas vuelan.
Enjambres. Conjunto, estar organizadas, auto-organizadas, pasar por la fiebre previa, consensuar, ir juntas, en grupo, buscando, congregarse para poder pasar las adversidades del invierno, para comer mejor, para comer un poco todas. Mediar, ceder, aportar, equilibrar. Los individuos, que de vez en vez van formando enjambres, cambian, los enjambres se renuevan. Las dinámicas, necesidades, expectativas se parecen, el rumor de fondo es el mismo. Es difícil ser enjambre, pero las circunstancias, el hábitat, la supervivencia te dicen que, a veces, hay que enjambrar. Otras el ruido es excesivo, solo ruido y baile sin rumbo, sin ritmo. Por aquí, artistas, ¿toca hacer enjambre?
Redes. Y ecosistemas [culturales]. Las redes tienen un flujo continuo, son un espacio en el que estar inmersas, es una forma de cohabitar, de estar con. Carecen del furor del enjambre. Las redes son como ese respirar planetario del que participamos. Es estar entretejidos, es reciprocidad, coexistencia. Es raíz, rizoma, linfa hoja. Es ser espiritualmente cósmicos y empáticamente solidarios, no yuxtapuestos o contiguos, sino un acto de compenetración recíproca, entre sujetos, entre sujetos y ambiente, entre grandes y pequeños. En definitiva, ser red es tejer relaciones no solo capaces de influir y modificar el espacio que nos circunda o transmitirlo de generación en generación produciendo cultura, sino la imposibilidad de no compartir el espacio ambiental con otros/otras formas de vida y quedar expuestos, reconocer que el propio hábitat no es nuestra casa, nuestro patio, ciudad o región, no es un reducido grupo de amigos y profesionales, estar en un bando o en otro. Porque eso es siempre efímero, ilusorio y estéril.
Eremitorios. Ser pájaro sin poder volar. Entre tanta red, enjambre y devenir hay veces que uno necesita estar-en sí, para mejor estar-con, ser planta, pájaro, agua o viento, para volver cada uno como pueda a la fidelidad poética de la que habla Bachelard. Pasear como María Zambrano, en una penumbra creadora, germinal, donde se van dibujando por sí mismas las cosas. La relación del ser con el espacio, el lugar. O el varón rampante que se fue por las ramas y nunca más bajó. Mi amiga Natsu, que dejó de dedicarse al arte porque creyó, tras meditarlo bien, que no tenía nada que decir, al menos de puertas hacia afuera. Un poco menos de copia-pega, un poco menos de todo, como la hoja que es pájaro aún sin poder volar.
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A propósito del proyecto
Hacia una ciudadanía agropolitana
Virginia López "Eremitorios agropolitanos: Acción artística y saber tradicional se unen en un proyecto para revitalizar hórreos y paneras en Asturias".
Revista PH n. 103 del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico.
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Virginia López: "Habitantes Paisajistas: Living Landscape | Contextos locales-procesos comunes"
artículo publicado en el volumen 6.número 2 de la Revista [i2] "Investigación e Innovación en Arquitectura y Territorio". Universidad de Alicante. Diciembre 2018https://i2.ua.es/article/view/13075
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continuar leyendo (notas de la intervención)
II Foro Cultura y Medio Rural. Miradas desde lo contemporáneo.
16 y 17 de mayo de 2018. Segura de la Sierra, Jaén
Organizado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, en el marco del Festival Música en Segura.
video de la mesa Cultura, territorio y prácticas contemporáneas: nuevos relatos para el medio rural. La importancia del lugar y los tiempos. • María Montesino. Plataforma Cultural La Ortiga. Cantabria. • Virginia López. PACA_ Proyectos Artísticos Casa Antonino. Trubia, Asturias. • Dori López Jurío. Gobierno de Navarra.
info general https://culturayciudadania.culturaydeporte.gob.es/cultura-medio-rural.html
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Virginia López, De las cosas a las gentes
apuntes y reflexiones: A propósito de memoria y archivo y la invitación al proyecto "Espacio Común. Laviada" 2018
proyecto: http://virginialopezvl.com/de-las-cosas-a-las-gentes/
La esencia de la ciudad, es decir, el contacto, la regulación, el intercambio y la comunicación, proyectada en el espacio público (calles y plazas) se va perdiendo, para ser substituido por la casa, un papel cada vez más preponderante de las redes, y los espacios privados de ocio, compra, transporte, etc. En la nueva conurbación se han perdido las bases epistemológicas que llenan de sentido a la ciudad. La "ciudad sostenible": Resumen y Conclusiones José Manuel Naredo y Salvador Rueda. 30-06-1997.
La reivindicación de ejercicios de memoria parece responder a la necesidad de un pueblo de desmemoriados, donde el exceso de información de nuestra sociedad actual, catapultada a un presente continuo, provoca amnesia. Una sociedad, que como escribe Marc Augé (1), no tiene tiempo ni siquiera para generar ruinas sino sólo escombros, dado el ritmo acelerado de construcción y destrucción del presente. Si la mujer o el hombre romántico frente a las ruinas meditaba y se hacía consciente del tiempo histórico, el tiempo humano, hoy nosotros, carecemos del objeto a partir del cual realizar cualquier reflexión histórica sobre nuestra propia identidad, temporalidad y devenir futuro. Sin embargo, tengo la impresión que nunca tanto se archivó, catalogó, memorizó, restauró, conservó y museizó, para al final, seguir llenando edificios de restos y reliquias polverosas, cultura cosificada.
Furor archivístico generalizado como forma de cuestionamiento de la narrativa oficial y su construcción de la historia/verdad, problematizando la aparente neutralidad del acto de archivar/memorizar (que es siempre una selección en la que algo queda excluido, a través de la cual se intente legitimar el presente y encauzar un presunto futuro común). Cuestionamiento que hace necesario por parte de investigadores y artistas la creación de nuevas memorias y discursos que incluyan aquello que ha sido objeto de desmemoria, tabula rasa o manipulación. Los archivos se han desordenado y se han sacralizado dentro del arte contemporáneo, hay una fiebre de archivo.
¿Es el archivo una wunderkammer de la historia oficial y de las historias mínimas? ¿Qué sucede con los archivos y objetos salvaguardados una vez descontextualizados y fuera de uso vital-fuera de su contexto de producción? Recuperar y escribir una historia no escrita, una memoria a punto de ser olvidada, responde al impulso primario de salvar y almacenar memoria frente al temor del olvido (“la pulsión de muerte”), pero ¿para qué? Cómo hacer para que ese nuevo archivo, nuestro, subjetivo no más que otros al fin y al cabo, sea de verdad una máquina relacional al servicio de nuestra construcción responsable del presente? Quizás un recurso plausible sea a través de un proceso compartido, vivo, de talleres y encuentros de los que después quizás quede algún tipo de registro formal o artístico, pero cuyo valor radica en el qui ed ora de la misma acción, en cuanto espacio común de reflexión y escucha. Archivo incompleto, archivo abierto como espacio de intercambio. Creo que eso es lo que me motiva en el proyecto Habitantes Paisajistas que desarrollo en Cenero: espacio vivo, de contacto diario y continuado en el tiempo, capaz de generar o activar sensibilidades que podrán modificar nuestra experiencia y percepción cotidiana de lo existente y de lo que está por venir. Y aquí tomo en préstamo una frase de una amiga y artista que me resuena de tanto en tanto, Bárbara Fluxá: "más que la obra es el sujeto el que se compromete (o no) con el mundo que le rodea".
Esta obsesión por la memoria y el archivo dentro de la práctica artística contemporánea (cuya genealogía intelectual se encuentra en The Arcades Project de Walter Benjamin, el Atlas Mnemosyne de Aby Warburg y las series fotográficas de August Sander) parece responder también a lo que De Certeau (2) definió como la belleza de lo muerto, se musealiza aquello que "se ha convertido en un objeto de interés porque su peligro ha sido eliminado" (De Certeau, 1999:47) como una especie de monumento para fijar lo que ha de ser arrojado definitivamente a un pasado sin retorno, o en el mejor de los casos como acto poético al ser conscientes del escaso impacto que cada uno de estos gestos nuestros tiene, lo poético claro, es intentarlo.
Dos mundos han desaparecido y están inter-relacionados: la cultura campesina y la cultura o conciencia obrera. Toda una cultura material (“objetos” y conformación física del paisaje urbano y rural) que es indisoluble del entramado simbólico (creencias) y social. El Gijón obrero en cuyo contexto se sitúa la fábrica de Laviada (SAL, Sociedad Anónima Laviada) ha dejado paso a un Gijón con sal, promoción turística en el contexto de las ciudades creativas, mientras el canto de la modernización y del desarrollo industrial de Gijón desde la segunda mitad del s.XIX, fue vaciando pueblos y caserías en toda Asturias. Ellos serían quienes ocuparían los nuevos barrios obreros de Gijón, el campo sigue viviendo en la memoria de sus gentes, en nuestras biografías, al menos hasta mi generación…
El nuevo hábitat ciudadano es una especie de molde, o mejor, un aparato ortopédico que sirve para enderezar al nuevo hombre. De forma que, viviendo en tal medio, el hombre artificial del presente sea el hombre sin raíces del futuro. “La urbe totalitaria”, Miquel Amoros, (2006) en Urbanismo, espacio y dominación.Varios autores, La Nurosis o las Barricadas Ed. (3)
Dos desapariciones. Dos bellezas muertas. Restos, residuos, cosas, estudios y catalogaciones. Palabras. Polvo.
La aceleración en la transformación reciente del territorio rural español bajo el despotismo de las zonas urbanas, se ha producido a caballo de la mayor desertización demográfica de aquel. La desaparición de la cultura campesina, auténtica gestora y artística del paisaje de esos terrenos, no ha sido suplida con éxito por las administraciones medio ambientales; de hecho, una mítica noción de naturaleza ha suplantado al mero “campo”. Se propone la “cultura del territorio”, al modo de la cultura del agua que algunos críticos de la gestión hidráulica propugnan, como una síntesis de ciencia (conocimiento) y antigua sabiduría que reemplace con ventaja a la mera información y al simple consumo de territorio tan sólo concebido como solar edificable o parque temático natural. Fernando Parra, “La cultura del territorio: la naturaleza contra el campo”. En CIUDAD Y TERRITORIO Estudios Territoriales, XXXIX (151) 2007 (27).
Frente a esta situación, ¿es posible una estética de la resistencia, del compromiso y la responsabilidad, una nueva ecología del territorio, de nuestra manera de habitar, de relacionarnos? ¿Una acción estética, creativa, manual e intelectual que propone o se concretiza en una cierta modificación del territorio? Una forma (dimensión estética, plástica) que nazca de nuestras experiencias, de lo táctil, lo relacional, lo funcional, a veces de lo incompleto y no de esquemas predeterminados y asépticos.
B11/ Para sobrevivir a la creciente uniformidad, la única opción es reconstituir sin cesar el mundo interior como un niño que reconstruyese en todas partes la misma caseta. (16)
La ciudad no es únicamente aquello que resulta visible y organizado espacialmente, cada ciudadano se relaciona diversamente con los espacios y objetos de su entorno, cada persona establece una serie de asociaciones y relaciones con una parte de su ciudad en base a la memoria, a la subjetividad, a la experiencia personal y colectiva de los espacios vividos o imaginados, experiencias presentes o pasadas que resignifican los espacios. Actividades, movimiento, percepciones. Creo que estos son los espacios comunes, aquellos que todavía viven en la memoria de las gentes y que se mantienen vivos gracias a las nuevas relaciones y acumulaciones que se van sobreponiendo, tejiendo a partir de fragmentos, compuestos y complejos, para ir conformando un puzle común y móvil más allá de los usos homologados para los que han nacido los diferentes espacios organizados a golpe de planes urbanísticos pre-confeccionados.
Quizás sea la ciudad invisible (la ciudad que vive en el imaginario de cada uno de sus habitantes) el verdadero espacio común. El mundo físico exterior está soportado por una suma de imágenes mentales individuales. La identidad física está soportada por su significado. Sin él deambulamos desorientados. Su riqueza radica en la multiplicación de territorios existenciales propios. Y este es terreno fértil del arte.
Virginia López 2018
a propósito de memoria y archivo y la invitación en el proyecto Espacio Común. Laviada.
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Notas:
(1) Marc Auge, Rovine e macerie/ El tiempo en ruinas, 2009. https://antroporecursos.files.wordpress.com/2009/03/auge-m-2003-el-tiempo-en-ruinas.pdf
(2) “¿No es un contrasentido postular la necesidad de sensibilizar a la población rural sobre la importancia de la cultura tradicional, puesto que ésta es un elemento importante de su identidad? Si la población no da importancia a la cultura popular -lo que de hecho se supone al demandar sensibilizarla- ¿cómo puede afirmarse que ésta es un elemento importante de su identidad? Estaríamos así ante una paradoja que se puede aplicar a una situación bastante frecuente: los defensores más entusiastas de la salvaguardia de la cultura tradicional y popular no suelen ser los descendientes de sus protagonistas sino personas o colectivos que asumen, con un cierto paternalismo, tareas que responden a demandas difíciles de delimitar por lo que ellas mismas tienen de inducido” (Jose Luis garcíaGarcía 1988: 19).
(…) Se trataba de “salvar” aquello que por remitirnos a nuestro propio pasado podría resultar de interés documental y conocer sólo lo justo de esos “salvajes o bárbaros” que no terminaban de entrar en la contemporaneidad para poder propinarles el empujón definitivo dentro del pretendido y global progreso. Mucho de lo salvable, para ser revalorizado, para empezar a parecer bello, estética y moralmente asumible, tenía que desaparecer antes de nuestra vida corriente.
Es lo que lúcidamente denominó y explicó De Certeau como “la belleza de lo muerto”, pues si bien es verdad que este autor reconocía el derecho de la cultura popular a tener un sentido propio respecto a la hegemónica, se hallaba convencido de la asimetría y debilidad de la una respecto a la otra; y de que, como consecuencia, la “capitalización” o “puesta en valor” de la cultura popular únicamente se producía tras el gesto de represión o retirada que anulara cualquier capacidad suya de resistencia, haciéndola partícipe de las estrategias dominadoras: es de lo ya “sometido que se podría hacer un `objeto´ científico” (De Certeau, 1999: 48). Y añadía De Certeau: “La `cultura popular´ supone una operación que no se confiesa. Ha sido necesario censurarla para poder estudiarla. Desde entonces se ha convertido en un objeto de interés porque su peligro ha sido eliminado” (De Certeau, 1999: 47). Así se refería él a una cultura popular de la cual la literatura de cordel, compilada por Nisard precisamente por encargo de las autoridades del Segundo Imperio que habían decidido controlarla en Francia, sería un perfecto exponente. Y lo que planteaba claramente De Certeau era que, en lo que toca a la cultura popular, el/lo muerto empieza a ser bello cuando -o porque- muere.
Aplicando el paralelismo que anteriormente se ha apuntado aquí entre “salvajes de dentro y de fuera”, entre prehistóricos indígenas y rezagados campesinos, supuestamente objetos de estudio, pero en realidad toscamente “museizados” y “exotizados” para su exhibición a través -muchas veces- de una etnografía restringida y en buena medida obsoleta, podría concluirse que los etnógrafos alineados en tales bandos no perseguían un fin científico de conocimiento tanto como una estratégica instrumentación de su quehacer en aras de un cambio más rápido en lo que aún no hubiera cambiado en el mundo. No se quería conocer a los salvajes, sino saber de ellos lo suficiente para cambiarlos cuanto antes. (…)
“Etnografía”, Luis DÍAZ VIANA. Centro de Ciencias Humanas y Sociales. Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)-Instituto de Estudios Europeos. Universidad de Valladolid (UVa). Archivo descargable en MUSAC 2015. /De Certeau, Michel (en colaboración con Dominique Julia y Jacques Revel). “La belleza de lo muerto: Nisard”. La cultura en plural [1970]. Buenos Aires, Nueva Visión, 1999, pp. 47-70.
(3) cita recogida en la bibliografía [b3] del proyecto de Tamara Vignati “Tentativo de inversión”, proyecto de residencia en PACA “Eingedenken/Recordación. Trabajar para comer”. 2016.)
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Benito Burgos "Cultura, ciudadanía y territorio. Prácticas contemporáneas en la construcción y la deconstrucción de relatos y representaciones"
(PACA on pag. 77)
capítulo dentro de Toni Luna; Rosa Cerarols; Pere Sala i Martí (dir.). Paisajes creativos. El arte y la reinvención de los lugares. Olot: Observatorio del Paisaje de Cataluña; Barcelona: Universidad Pompeu Fabra. (Teoría y Paisaje; 3). ISBN: 978-84-09-46181-3.
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a propósito del proyecto Culturarios. Humus de inciativas culturales en el campo
David G. Ferreiro, "Una investigación sobre modelos culturales en el medio rural ahonda en las relaciones entre arte, territorio y población"
Revista PH n. 105 del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico. 2022. revista .105 / artículo en PDF
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a propósito de la red El cubo verde /The Green Cube network
"Towards sustainable arts: European best practices and policies" (chapter: Spain).
Boekman Foundation Institute for arts, culture and related policy. web Febrero 2022. download PDF
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Francesca di Giorgio en conversación con Silvia Petronici, comisaria independiente. Con motivo del proyecto de residencias Come una pianta (proyecto Innesti) y su libro A piedi nudi ballano i santi.
Revista ESPOARTE. SEPTIEMBRE 2019. Francesca di Giorgio. Intervista a Silvia Petronici: CHI SA DANZARE A PIEDI NUDI? UN’INTERVISTA SUL VALORE SOCIALE DELL’ARTE.
https://www.espoarte.net/arte/chi-sa-danzare-a-piedi-nudi-unintervista-sul-valore-sociale-dellarte/
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